Cuando la carrera profesional es un laberinto, tu brújula es quién eres, no lo que sabes
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Acktitude
Business Review (Núm. 357) · Habilidades directivas · Julio 2025

En un entorno profesional marcado por la incertidumbre, el auge de la inteligencia artificial y el derrumbe de los modelos de carrera tradicionales, construir una trayectoria con sentido exige mucho más que talento. En esta entrevista, Lluís Soldevila, TOP10 speaker en motivación y liderazgo en español, profesor de Esade y CEO de Acktitude, explica cómo gestionar el nuevo paradigma profesional desde el autoconocimiento, la actitud y la acción.
Afirmas que las carreras ya no son lineales, sino laberínticas. ¿Qué quiere decir exactamente?
Que el mundo profesional ha dejado de funcionar con rutas predefinidas. Ya no entras en una empresa a los 22 y sales jubilado a los 65. Ahora pasamos por cambios constantes, muchos ni siquiera previsibles: nuevas profesiones, sectores que desaparecen, tecnologías que lo revolucionan todo... Y eso obliga a tener otra mentalidad. Ya no se trata de planificar un camino recto, sino de aprender a moverse con soltura por un entorno cambiante, lleno de giros, decisiones y –sobre todo– autoliderazgo.
¿Y cómo se desarrolla ese autoliderazgo en un entorno tan volátil?
Primero, dejando de mirar tanto hacia fuera y empezando a mirar hacia dentro. En lugar de preguntarte qué carrera “te conviene”, empieza por preguntarte qué vida quieres construir, qué impacto quieres dejar, qué valores te mueven. El autoliderazgo comienza cuando decides no ser una consecuencia de las circunstancias, sino el protagonista de tus elecciones. Eso implica conocerte, sí, pero también pasar a la acción, incluso cuando el camino no está claro.
¿La inteligencia artificial acentúa aún más este cambio?
Totalmente. La IA ya no es algo del futuro: es presente. Y ahora puede hacer muchas tareas que antes hacíamos nosotros. Pero aquí viene lo interesante: cuanto más avanza la tecnología, más valiosas se vuelven las competencias que solo los humanos podemos ofrecer. Aquello que llamo “competencias humanamente exclusivas”: la empatía, la creatividad genuina, el sentido ético, la intuición, el liderazgo auténtico. Eso no lo puede replicar un algoritmo. En un escenario en el que todos tenemos acceso a la misma tecnología, lo que diferencia a un profesional de otro es precisamente su adaptación al cambio, su capacidad de aprender, de liderar...
Entonces, ¿no basta con adquirir conocimientos técnicos?
No. Conocimientos técnicos tiene también la IA. Lo que marcará la diferencia es tu capacidad de conectar, comunicar, tomar decisiones complejas con criterio humano. Por eso siempre digo: no compitas con la máquina en lo que la máquina hace mejor. Desarrolla lo que te hace único como ser humano. En la era de la IA, tú tienes que encargarte del propósito, del para qué, de liderarte a ti y a tus equipos.
¿Qué papel juega el liderazgo en este nuevo paradigma profesional?
Un papel central. Ya no hablamos de liderar equipos como hace veinte años, sino de liderar desde la autenticidad, la cercanía y la inspiración. Hoy, un buen líder no es quien da órdenes, sino quien genera contextos de confianza, impulsa la autonomía y da sentido al trabajo colectivo. Las nuevas generaciones no siguen jerarquías, siguen ejemplos. Y eso exige un tipo de liderazgo mucho más humano y consciente.
¿Cómo ayudas a las empresas a desarrollar ese tipo de líderes?
Nuestro programa estrella es el Moonshoot Program, que dura cien días. En este programa de alto rendimiento combinamos tres ejes: formación, acompañamiento y acción. Hemos comprobado que solo así se consigue la transformación. Nuestra metodología es muy práctica y está diseñada para generar impacto real y tener un alto factor de contagio. En cada edición participan veinte líderes, que al acabar el programa han contagiado el nuevo mindset a unos quinientos colaboradores. Lo que buscamos no es formar jefes, sino despertar líderes que contagien a equipos sobre el propósito y los valores de la empresa. Si la organización no está preparada, empezamos con retiros de un par de días, workshops de una jornada o talleres y conferencias que llamamos sesiones de agitación.
¿Qué papel juega el propósito en este nuevo tipo de carrera?
Es el ancla. En un contexto donde los caminos se bifurcan constantemente, tener claro tu propósito no te garantiza el éxito inmediato, pero sí que tus decisiones tengan sentido. Y eso no es poco. Porque puedes tener muchos títulos, mucha experiencia, pero si no sabes para qué estás haciendo lo que haces, cualquier camino termina agotándote. El propósito no es un lujo filosófico: es una herramienta de dirección. Y lo es para la empresa donde trabajas o para ti como profesional independiente.
¿Cómo podemos tomar decisiones acertadas si el mapa ha dejado de ser previsible?
Abandonando la obsesión por lo “correcto” y abrazando lo “coherente”. Decidir no es elegir lo perfecto, sino lo alineado contigo en ese momento. En mis formaciones suelo trabajar mucho el concepto de “acción coherente”: da un paso, pequeño si hace falta, pero que te acerque a quien quieres ser. No necesitas saber toda la ruta para avanzar. Requieres claridad en el próximo metro y valentía para recorrerlo.
¿Y si me equivoco, si me meto en un callejón sin salida?
Entonces, aprende, ajusta y continúa. En un laberinto, los callejones sin salida son parte del juego. No son fracasos, ni errores, son feedback. El problema no es equivocarse, es quedarse parado. Y ahí entra la resiliencia, que es la capacidad no solo de recuperarse, sino de crecer a partir de lo vivido. La gente con carreras potentes no es la que nunca se ha equivocado, sino la que ha tenido la actitud de levantarse cada vez más fuerte.
¿Qué le dirías a alguien que siente que se ha perdido en su carrera?
Que eso, en realidad, puede ser una gran noticia. Porque, cuando uno se pierde, está obligado a parar, reflexionar y redefinir el rumbo. Y entonces es cuando muchas personas descubren qué querían de verdad. A veces perderse es el inicio del camino correcto. Solo hace falta no quedarse demasiado tiempo quieto y empezar a moverse en dirección a lo que resuena contigo. Con humildad, pero también con determinación.
¿Cómo hacer que nuestra carrera no sea solo exitosa, sino también significativa?
Cambiar la pregunta. En lugar de preguntarte “¿Cómo puedo tener éxito?”, pregúntate “¿Cómo puedo aportar valor siendo yo mismo?”. Cuando alineas tus acciones con tus valores y tus talentos, el éxito –el real– llega como consecuencia. No hay nada más poderoso que una persona que ha decidido liderarse, con propósito, actitud y humanidad. Eso ni la IA ni nadie lo puede replicar.
En tiempos de cambio acelerado, donde las certezas se desdibujan y las trayectorias profesionales se vuelven imprevisibles, la clave ya no está en seguir mapas, sino en desarrollar brújulas. Lluís Soldevila nos recuerda que, frente a un futuro incierto, nuestra mejor herramienta no es lo que sabemos, sino quién decidimos ser. Porque solo quienes se lideran a sí mismos podrán liderar su carrera –y su vida– con sentido, impacto y autenticidad.
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TP